Tomar la decisión de dejar un trabajo de consultoría, que además era mi primer trabajo y que parecía ser un camino prometedor para mi vida profesional, para irme a trabajar a un emprendimiento de altísimo riesgo a vender productos de canasta básica por catálogo, parecía una idea descabellada. Salir a vender lo que era tan solo una idea, a distribuidores en las plazas de mercado de Bogotá, Medellín y Villavicencio, para los cuales nuestras ventas eran insignificantes, con el sueño de crecer para poder venderle la misma idea a grandes marcas nacionales e  internacionales como Coca Cola, Nutresa, Nestlé, Alpina, Postobón, entre otras, y revolucionar la manera de entregar mercados en LatAm, parecía una idea no solo descabellada, sino demasiado ambiciosa para ser verdad. ¡Y no solo eso! Encima, ¿tenía que bajarme el salario para hacerlo?? ¡Una locura completa!

Pues claramente tomé esa decisión, esa locura, y creo que ha sido sin duda alguna una de las mejores decisiones que he tomado. ¿Por qué lo hice? Y, ¿Por qué creo que fue una buena decisión? Trabajar en Startups es un riesgo, pero no es un riesgo como el que pensaba hace 2 años que dejé mi trabajo de consultoría. Muni como tal, por la naturaleza de las Startups, sí implica un riesgo para la supervivencia de la compañía, y por eso 1 de cada 10 startups termina siendo altamente exitosa. Sin embargo, es una decisión de riesgo calculado, con un upside garantizado tanto para la vida personal como profesional.

Trabajar en una Startup implica rodearse de gente increíblemente brillante y capaz. Significa trabajar con un equipo dispuesto a darla toda, a aprender y a enseñar, a ejecutar rápidamente y tomar decisiones bajo presión, a crecer y empujar a sus equipos a crecer al mismo ritmo que lo hace la compañía. Implica crear procesos, arrancar de cero, ir iterando y creciendo el equipo, llevando los resultados de 0 a 1, de 1 a 10 y de 10 a 100 pensando siempre en el siguiente gran objetivo. Implica liderar equipos pequeños de 2 o 3 personas, pero rápidamente verlas crecer a que cada una tenga su propio equipo 2 o 3 personas. Implica arrancar en Bogotá, ampliarse a Medellín y Villavicencio, después a México y Brasil, y empezar a trabajar con gente increíblemente capaz pero de diferentes culturas, y viajar para conocer, trabajar y seguir creciendo. Implica hacer amigos, que en jornadas largas de trabajo están siempre para apoyar tanto en momentos de alegría y motivación, como también  en momentos de frustración.

Implica también ser parte de un proyecto de alto impacto para la región. De revolucionar la manera tradicional de hacer las cosas, de llevar beneficios con tecnología a miles de personas que nunca antes se imaginaban hacer un mercado a través de un celular, o ganar dinero extra usando una aplicación. Implica traer inversión extranjera a la región para generar oportunidades, empleo de altísima calidad, facilidad y tiempo valioso a miles de familias para que a su vez puedan mandar a sus hijos al colegio o dar un sustento adicional en sus hogares. Implica ver cómo Megaofertas, un distribuidor en plaza que creyó en una idea pero que sólo le comprábamos 15 dólares al día, a los 6 meses de operación estaba implementando tecnología para adaptarse a nuestros procesos, para mejorar y crecer en conjunto, ampliando su portafolio, contratando personal, abriendo 1 hora más temprano todos los días, creyendo en el emprendimiento colombiano y viendo el poder de la tecnología para crecer y ser innovadores en su sector.

Trabajar en Muni sin duda ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Me encantó retarme, crecer y ver crecer a cada uno de dentro de la compañía. Es un riesgo calculado, porque aunque Muni como empresa tenía una baja probabilidad de ser exitosa, así como la tienen la gran mayoría de Startups, el crecimiento de las personas, de la región, de las empresas y el ecosistema, no se pueden negar, perdurarán en el tiempo, y serán catalizadores positivos para el crecimiento económico de Latinoamérica.

Gracias a todo el equipo que creyó en la idea, desde el comienzo o durante el proceso. A las personas que me hicieron parte de su equipo, y a las personas que se unieron al mío. A Pablo Galeano, Helena Posada, Andrés Lopera, Carolina Zapata, Juan Carlos Varela y todos los que confiaron en algún punto en el equipo de CPGs. A Mari, Juancho, Vicente, Nati, Mali, Cris, por su increíble manera de liderar y a todas las personas con las que tuve el privilegio de trabajar, aprendí como no se imaginan.

Juan Pablo Bocanegra