Uno de mis grandes miedos es envejecer y mirar para atrás con arrepentimiento en cualquiera de sus tres caras: El arrepentimiento por algo que uno hizo, el arrepentimiento por algo que uno dijo y el arrepentimiento por algo que uno dejó de hacer. Esta última cara es la que más me aterroriza.
En los últimos meses, y a medida que voy haciendo las paces con el dolor que me generó ver caer un sueño al que tanta gente le trabajó tan duro por tres años, me ha surgido una tranquilidad enorme al saber que mi experiencia con Muni me generó de todo, excepto arrepentimiento. Construimos, crecimos, la embarramos, aprendimos, nos reímos etc. Pero más que nada, perseguí un objetivo el cuál verdaderamente me motivaba por su impacto, y como si fuera poco, tuve la suerte de hacerlo de la mano de más de 500 personas increíbles de Muni y miles de Líderes de Comunidad. Qué bonito saber que mi optimismo no se quedó en el papel, y que de una situación horriblemente dolorosa, saqué varias personas que serán de mis mejores amigos por el resto de mi vida, un entendimiento nuevo de la realidad microemprendedora de nuestros países, y un compromiso reafirmado por construir cosas en América Latina.
Desde Diciembre, me he encontrado con muchas personas (en su grandísima mayoría bien intencionadas) que me preguntan “cuáles fueron sus aprendizajes, me interesa saber qué fue lo que falló en Muni para aprender de sus experiencias y no cometer los mismos errores”. Ante la pregunta, me congelaba tratando de condensar los factores que llevaron al cierre de Muni en lecciones genéricas y versátiles que aplicaran a diferentes industrias o negocios. Luego me encontré con un segundo grupo, el cuál se leyó esos libros de drama de startups (que me encantan y me los he leído todos también) y que se acostumbraron a pensar que estos negocios fallan espectacularmente por culpa de un líder que se le van las luces, por una mentira que no aguanta más el tiempo, o por una embarrada monumental que termina enterrando el negocio. Como Mari muy bien lo explica en este texto espectacularmente informativo y valioso (para los que conocemos a Mari sabemos que es una inmortalización injustamente corta de su approach increíble a los negocios y al liderazgo de personas), la realidad de Muni es bien particular y poco dramática (afortunadamente). Dejo mi nombre amarrado al de Muni, a nuestros logros y nuestros errores, por el resto de los tiempos con la conciencia tranquila de saber que actuamos razonable y responsablemente, incluso en los tiempos de locura y exceso que vivimos en los últimos años.
Como se imaginarán, esta historia poco dramática desilusionó a muchos, pero me obligó a pensar muy bien cuál quería que fuera mi aprendizaje **de Muni, no solo para responderle a los curiosos, si no también para darme algo de closure. A través de mis funemployment walks matutinas llegué a mi respuesta: cuando uno termina de cerrar estos negocios, lo único que queda es el recuerdo de los años que uno le dedicó al negocio y una evaluación bastante obvia de si uno se arrepiente o no de haberle dedicado la vida a un proyecto de estos. Después de varios meses de introspección, de mucha tristeza, y de un síndrome de abstinencia inexplicable de Slack (el que no sabe del placer de dejar la bolita roja del icono en ceros es por que no entiende de los placeres de la vida) tengo la absoluta certeza que pasé los mejores 3 años de mi vida y que no me arrepiento de un solo segundo. Si bien no se cumplió nuestro principal objetivo, la transformación de mi entendimiento del “fracaso” me ha sorprendido enormemente. La gran conclusión de este periodo de mi vida es que dedicarle la vida a construir proyectos que le den propósito a uno, de la mano de gente que uno quiere y admira profundamente, es la fórmula más fácil para evitar los arrepentimientos y de escribir una definición más generosa del “éxito”. Cuando hablo de construir, no pienso solo en el contexto de un startup: uno puede construir una carrera, una amistad, una relación, una familia, una voz interna más amable etc. Por ende, mi llamado a todos ustedes, los desocupados que ya llegaron a esta parte del texto, es que le cojan miedo al arrepentimiento, se pongan en modo construcción, y que salgan de ese modo “espectador” en el que el tiempo vuela y las cosas se pasan. Encuentren cuál es el proyecto que los inspira y les mueve el piso, busquen personas increíbles para acompañarlos en el proceso, y manos a la obra. La van a embarrar, la van a sufrir mucho, se van a preguntar mil veces por qué se metieron en ese laberinto, pero si las razones de construir y las personas que los acompañan en el proyecto son las correctas, casi que les puedo garantizar que no se van a arrepentir un solo segundo, inclusive si el proyecto se acaba.
Mi construcción de Muni ha sido a la fecha, el proyecto más importante y que más me ha aportado a mi vida, y espero a futuro vivir mi vida buscando construir muchos proyectos que me aporten un propósito de la magnitud del de Muni y hacerlo de la mano de personas tan increíbles como las que conocí aquí (les dejo una lista muy incompleta de estas personas en la base del texto).
La pregunta que les dejo de tarea: Cuál es ese ese pursuit que me mueve el piso, que me brinda sentido, cuyos problemas y desafíos me energizan, y el cuál estoy construyendo de la mano con gente que me motiva e inspira? Esta respuesta es mágica, ya que incluso si todo falla o desaparece de la noche a la mañana, lo que queda vale oro.
Le quiero dejar unas palabras de consejo e inspiración a aquellas personas como yo que les aterroriza el arrepentimiento y que están buscando proyectos de construcción para su vida:
A los que quieren empezar a construir un proyecto en su vida: La fuerza para empezar no nace del vacío. Busquen propósito y compañía, y el resto llega.
A los que quieren emprender o unirse a un startup: Encuentren un equipo con gente que admiren, un problema que les apasione y háganle. Gasten MUCHO tiempo entendiendo las razones por las que quieren unirse al proyecto y cuales son las motivaciones de los que ya hacen parte de este. Ninguna suma de plata o de fama va a salvarlos en el futuro si no hacen esta tarea bien.
A los que ya trabajan en un startup: Salgan a tomarse esa cerveza con sus amigos de la oficina. Cuando todo se acaba, uno se acuerda más de esas cervezas que de la hora de trabajo adicional.
A los que quieren construir soluciones de tecnología para este segmento de la población: No lo duden un segundo. Estos emprendedores son los mejores socios que se puedan imaginar. Construyan un producto que les genere propósito y valor, ofrezcan una experiencia humana y transparente, y les aseguro que van a encontrar miles de personas dispuestas a construir con ustedes.
A nuestros líderes de comunidad: Gracias por la confianza, por su apoyo al proyecto y por habernos abierto las puertas a sus casas y negocios. Sigan con ese entusiasmo, recursividad y tenacidad, y no me cabe la menor duda que todos los proyectos y planes que discutimos en las entradas y las salas de su casa se van a cumplir.
Al equipo Muni: Gracias por la confianza y por haberse lanzado con nosotros a emprender. Como les dije en ese último All Hands: Cabezas en alto y estén orgullosos de todo lo que construimos y de nuestros logros. Le trabajaron incansablemente y con entusiasmo contagioso a una causa muy digna. Aunque el resultado no fue el que esperábamos, espero que el orgullo de lo construido, la experiencia y las amistades compensen por todo el resto. El arrepentimiento es solo para el que la vio pasar y no hizo nada.